Cuando el viernes, en clase de filosofía, Rafa nos propuso el tema de este ensayo, mi mente se quedó completamente en blanco, no sabía ni por dónde empezar: ¿qué tendría que ver la filosofía con la felicidad?
Llegó el momento de marcharnos a casa y empezar a disfrutar del fin de semana, que aunque se avecinaba frío, tenía pintas de ser muy interesante. Sin embargo, el tema de filosofía ocupaba parte de mi mente. Después de casi todo el fin de semana esquivando el momento, llegó la hora de ponerse a escribir.
Fue entonces, cuando comencé a entender qué tenían que ver estos dos conceptos, que a priori, no tenían ninguna relación. En ese momento me puse a darle vueltas a la cabeza, y entendí que la filosofía, no es más que una forma de vida, es decir, una serie de normas que te marcan cómo debes actuar en cada momento, cómo debes responder ante ciertas circunstancias de la vida etc… Y en realidad, la felicidad es el hecho de sentirse bien con cada una de las acciones que realizamos en nuestro día a día.
Fue en ese instante cuando la bombilla se me iluminó, y entendí que era lo que Rafa quería hacernos ver. ¿Puede la filosofía llegar a hacerte feliz? La respuesta es obvia, claramente sí, ya que, la filosofía te ayuda a conocerte mejor, y gracias ello te permite desarrollar una serie de pensamientos y creencias que ayuden a formarte como persona, alcanzado una serie de valores que te marcan cómo debes vivir el día a día, y cuando una persona realmente se conoce, y se siente orgullosa de sí misma es feliz y por tanto ha alcanzado la felicidad.
Este hecho, demostraba completamente cual era la relación entre la filosofía y la felicidad. En ese momento, me di cuenta de que la relación entre estos dos conceptos era mucho más importante de lo que yo pensaba en un principio. Simplemente, el ser humano debe buscar la felicidad en cada una de las situaciones que le ocurren en su vida diaria y para ello no necesita más que comportarse de una forma racional, es decir, siguiendo una filosofía de vida. A veces, la felicidad está a la vuelta de la esquina, y no sabemos encontrarla…